viernes, 27 de octubre de 2017

NO NOS GUSTAN LAS PALABRAS QUE NOS HACEN DAÑO

Hemos hecho una actividad "mágica, muy mágica..." 
Comenzamos leyendo el cuento de "Topito Terremoto", un cuento que habla de lo difícil que es la inclusión y lo fácil que es poner etiquetas.
Llegamos a la conclusión que a todos, y todos es todos, nos ponen etiquetas en algún momento de nuestras vidas. En alguna ocasión hemos oído palabras que lejos de pasarnos desapercibidas o no darles importancia, nos han marcado tanto que las recordamos perfectamente. Y no sólo recordamos la palabra, sino también el momento en el que se dijo, cómo se dijo y quién nos la dijo. 
También esto crea escuela y muchas veces las usamos igual y en el mismo contesto que las usaron con nosotros.
Hemos querido acabar con esas palabras que nos etiquetan y para ello hicimos una actividad preciosa. Tras leer el cuento de Anna Llenas, nos dividimos en grupos y escribimos palabras que nos gustan que nos digan y que no nos gustan oir, aunque nos las digan y se graben en el alma. Después las decoramos y las recortamos. Las fuimos leyendo, algunas irrepetibles de lo feas que eran y las fuimos metiendo en dos bolsas. 
Las palabras bonitas, al final las sacaríamos y las pondríamos cerquita del aula para no perder de vista lo que sí somos. 
Las palabras feas las echamos en una bolsa, que posteriormente enterraríamos en el arenero del cole con la intención de que la tierra las absorba y no volvamos a escucharlas nunca más. Esto lo acompañamos de un conjuro, para que todas esas etiquetas dejen de ser una imagen ficticia de lo que en realidad somos. 
Para terminar contamos otro cuento, "La coleccionista de palabras", de palabras bellas y preciosas que a veces olvidamos decir y por lo tanto olvidamos enseñar.

                 





Imagen de solohijos.com                   

martes, 10 de octubre de 2017

La mochila viajera

Tenemos una mochila que viaja como una loca por todas las casas de nuestros alumnos. Yo la mando vacía pero cuando llega de estar unos días con un peque aparece llena de tesoros maravillosos que nos permiten conocer mejor a nuestro compañer@.
De esa mochila hemos visto salir hojas del otoño, y mira tú que es raro porque el otoño como que no termina de llegar. Hemos visto salir coches y motos ¡increíble pero cierto! Cajas llenas de conchas del mar...¡ del mar!, oiga usted si aquí no hay mar, para eso hay que viajar mucho, mucho... Sin que nadie se entere se ha colado un perro en esa mochila, eso sí de peluche y muy , muy lindo... Cuentos y libros con infinitas historias... Hemos visto de todo.
Pero lo mejor es que esa mochila cuando llega al cole es que ayuda a los niñ@s a contar cómo son, qué les gusta hacer, dónde viajan y con quién... Les ayuda a expresar sentimientos y emociones vividas o anheladas.
Verdaderamente la mochila es la ayuda y a la vez la escusa para contar aquello que no hay tiempo de contar en los coles, para dedicar un tiempo a escuchar al compañero y para compartir con los otros lo que tiene uno mismo.
Seguiremos mandando la mochila de viaje por las casas de nuestros alumnos y seguro que de ello salen más historias preciosas.