También es un grupo que necesita ser escuchado, necesita que le pongamos límites con autoridad, firmeza y afecto. Necesitan que les hablemos claro, que resolvamos sus dudas ante temas que muchas veces nos resultan complejos de abordar en la familia, porque supone aceptar que nuestros hijos van a iniciarse en un nuevo aspecto de su vida..., ahora me pregunto yo ¿no es mejor acompañarles que ignorarles?
Estamos viendo el tema de los aparatos reproductores femenino y masculino. Antes de comenzar el tema hicimos una asamblea, sí, sí, como en infantil. Me negué a dar un tema en el que continuamente el nombre de cada órgano o el tratamiento de lo que conlleva la reproducción sexual fuera objeto de diversión, risotadas o burlas. Les dije lo que íbamos a ver y que en consecuencia estaba dispuesta a contestar todas sus dudas acerca del tema pero con condiciones, entre ellas respeto hacia los demás y hacia sí mismos, utilizar el vocabulario adecuado y si en algún momento se sentían violentos por algo que se estaba diciendo me lo hicieran saber.
Esa asamblea resultó muy importante para todos, no solo por las respuesta a sus dudas, sino porque se estableció una relación más cercana entre ellos y yo. Tanto es así que ahora en el patio he notado que vienen a contarme cosas, o a estar simplemente conmigo. Me alaga.
Además de esa asamblea y una vez comenzado el tema les conté un cuento, sí, sí un cuento, parece mentira ¿eh? Pues escucharon con toda su atención y aunque hubo cosas que no llegaron a entender tirando del hilo alguno dio en el clavo, con eso es suficiente.
Ahora seguimos con el tema adelante, dando contenidos, resolviendo dudas, trabajando sobre ello. Pero hay algo esencial y es fomentar la confianza con los niños en las familias. Que los padres estén receptivos hacia preguntas que a todos nos hubieran gustado que nos resolvieran cuando teníamos su edad. Los tiempos cambian pues cambiemos con ellos.
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