domingo, 1 de abril de 2018

Tiempo de pensar

Hemos hecho una actividad con los niños en clase. Les dijimos que se tenían que ir de viaje y para ello tenían que hacer una maleta muy especial...
Podían elegir entre diversos objetos, todos ellos con una finalidad diferente para la que habitualmente están concebidos.Por ejemplo un paraguas que no solo nos protege de la lluvia, un puente para poder entender a los otros, vitaminas que son abrazos y besos, una caja de emociones, etc.
Además les dimos la opción de dibujar aquello que quisieran y que realmente fueran a necesitar...
Los resultados fueron un tanto controvertidos pues nos dimos cuenta que nuestros alumn@s llevan maletas cargadas de cosas que no quieren, las echan en su equipaje porque otros las llevan. Reconocimos su falta de criterio personal, la necesidad de  desarrollar en ellos  espíritu crítico, no dejarse llevar por lo que digan los otros... Muy actual con lo que pasa en la sociedad actual. Hago y digo lo que otros hacen y dicen para pertenecer al grupo, para no sentirme excluido, sin pensar que  es lo que verdaderamente quiero yo... Y si lo pienso, no lo digo no sea que no pueda pertenecer.
También nos percatamos que muchos de ellos  echan cosas sin saber para qué las quieren, no recuerdan la finalidad de los objetos, cuál era su utilidad... Vemos la falta de atención. La necesidad de inmediatez en sus actos, él no pensar... Muy propio de esta sociedad nuestra, donde queremos todo de manera rápida, la inmediatez es algo propio de la era en la que vivimos.
Nos preocupa esa falta de criterio. Esa NO concesión de tiempo propio para decidir que es lo que queremos y por qué. Pensamos que estamos inculcando a los niños la rapidez para que todo pase deprisa sin pensar en qué es lo que pasa. No nos paramos a mirarnos, no nos paramos a mirar a los otros, a escuchar que opinan, piensan o sienten... No nos paramos a disfrutar de lo que tenemos porque queremos más, da igual lo que sea, pero estamos en la creencia de que tener cosas es lo importante.
Intentemos cambiar ese pensamiento. El pensamiento del YA. Busquemos margen y demos un lugar a la reflexión, por pequeña que sea, de lo que hacemos. De lo que otros hacen. Escuchemos qué nos pasa y qué les pasa a los demás. Empaticemos y enseñemos a empatizar.